DIARIO DE UNA PEREGRINA A TIERRA SANTA

Por Pilar Martí Bosch

 

         La peregrinación a lugares santos ha sido promovida por la Iglesia Católica así como por el resto de Religiones Orientales y Occidentales a lo largo de la historia. Pero solo desde la experiencia personal he sido capaz de entender realmente esta recomendación.
 

Peregrinar a Tierra Santa con la Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig ha tenido poco que ver con un viaje meramente turístico motivado por intereses culturales, sociales o lúdicos.

 

Permitidme que como ama de casa utilice mi lenguaje cotidiano, el de la cocina, para presentaros el viaje. Cualquier tour bien programado puede reunir los ingredientes necesarios para convertirse en un guiso suculento, pero si a la receta original le añades tu toque personal y sobre todo mucho amor, te aseguro que puedes transformar la cocina de tu casa en alta gastronomía.

 

En nuestro caso ese toque distintivo fue la orientación ESPIRITUAL del viaje. Estuvimos todos de acuerdo en no sólo pasear, respirar, tocar y saborear aquel país cuna y sepulcro del Maestro Jesús, sino que aprovechando este marco histórico, quisimos también profundizar en su vida y su mensaje.

 

Cuando me pidieron que expusiera brevemente mi experiencia en Tierra Santa, lo primero que hice fue buscar en el diccionario el significado de la palabra peregrinaje; véase  un viaje efectuado por un creyente o grupo de creyentes hacia un lugar de devoción considerado como sagrado según la religión de cada uno.

 

Pero lo que yo realmente quiero compartir con vosotros no son definiciones ni teorías pues no soy ni una intelectual ni una filósofa. Lo que me gustaría sinceramente compartir es mi vivencia personal y mis descubrimientos.

 

Y el descubrimiento que primero percibí es que en una Peregrinación conviven armoniosamente dos viajes: uno externo o exotérico y otro interno o esotérico.

 

El viaje externo fue maravillosamente sensorial; me puso en contacto con mares muertos por la saturación de sal, con milagros geológicos como la garganta del Siq y arquitectónicos como el Tesoro de Petra o la imponente ciudad de Masada diseñada por Herodes el Grande y que fue reducto de un número de valientes judíos que prefirieron morir a entregarse a los romanos, con Qumram, antigua comunidad esenia en la que se descubrieron los famosos Manuscritos del Mar Muerto, con Beth Shean, ciudad romana con termas y teatros magníficamente conservados….

 

El Viaje externo también me permitió deleitarme con exóticos aromas de comino, menta canela y cilantro, me hizo emocionarme con las devotas plegarias delante del Muro de Oración (mal llamado de Las Lamentaciones), el lugar más sagrado para los judíos, en donde todos pudimos insertar papelitos en forma de plegaria destinada a nuestros familiares y amigos. El viaje exotérico me permitió ser testigo del Bat Mitzvá, la solemne ceremonia dirigida a los niños judíos de 13 años, a los que desde ese momento se consideran adultos frente a la Comunidad y a los que se les invita explicar por primera vez un texto de la Torá.

 

A nivel devocional, necesito recalcar el impacto que en todo el grupo produjo visitar la Iglesia de la Anunciación donde el Arcángel se presentó a María, la Iglesia de la Natividad construida sobre el Portal de Belén, la pequeña ermita donde antaño apareció la estrella anunciadora a los pastores, el pueblo de Nazaret donde Jesús pasó su infancia y primera juventud, el Lago de Galilea donde el Maestro pescaba peces y almas, Cafarnaum con la casa de Pedro, el Huerto de los Olivos con Jerusalén de fondo que me transportó retrospectivamente a esa noche angustiosa en la que Jesús ya presentía su inexorable calvario, la Iglesia del Galli Cantu donde Pedro negó 3 veces al Maestro, el Vía Crucis donde cada uno leímos una estación, el Calvario, la Piedra del Embalsamamiento, la gruta del Sepulcro…..

 

Aunque diariamente teníamos una Eucaristía celebrada por el Padre Primo y participada por todo el grupo, personalmente sentí una emoción especial en Canaa de Galilea donde Berna y Vicente, Amparo y Rafael, Pepe y María renovaron sus promesas matrimoniales en un acto sencillo pero lleno de simbolismo ya que se celebraba en el mismo lugar donde Jesús realizó su primer milagro convirtiendo el agua en vino, precisamente en una boda.

 

Por cierto que nuestro carácter valenciano y festivo nos hizo lanzar arroz y gritar “Viva Los Novios” a los recién casados, quienes posteriormente y como perfectos anfitriones nos obsequiaron con tarta y champán, sirviendo de colofón a un día inolvidable.

 

Otra Eucaristía especial fue la celebrada en el paraje del río Jordán donde Jesús fue bautizado por Juan, cuyo acceso está actualmente restringido y custodiado por estrictos policías y al que sorprendentemente pudimos entrar gracias a las influencias de nuestra guía Ronit. Allí fuimos nuevamente bautizados, esta vez con agua del Jordán y desde el consentimiento del adulto.

 

No creo pueda olvidar jamás el atardecer en el desierto, el mismo en el que Jesús fue tentado por el diablo. Me falta cromatismo literario para describir un paisaje que parecía más pintado que real.

 

Pero si  el viaje externo fue excepcional, lo que más me gustaría destacar es el Viaje Interno, el que de alguna manera me hizo vibrar, conectarme o enchufarme con mi Ser Esencial, que desde Jerusalén se intuye tan parecido al tuyo, al del Judío, al del Musulmán, al de Jesús, al de Dios. ¿Te has parado a pensar por que es ciudad santa para las 3 religiones monoteístas más importantes del planeta?.

 

         El viaje resultó preciso y precioso, pues estuvo diseñado por el Padre Primo, Ismael y Milagros desde esta Conciencia Crística de Fraternidad Universal (quiero desde estas líneas expresar nuestra tristeza porque Ismael no pudo unirse al grupo por una inoportuna enfermedad, aunque estuvo en nuestro pensamiento y oraciones todos los días).

 

            Como peregrina a Jerusalén, puedo decir que jamás podré olvidar este viaje que me ha acercado a la pureza de las primeras comunidades cristianas, a la Fe auténtica de un anacoreta llamado Juan bautizando en las aguas del Jordán, a las lágrimas de una Madre Universal que vio a su hijo morir torturado y clavado en una cruz, a la fidelidad de una Magdalena perdonada y exonerada de toda culpa, a la alegría de los curados de lepra, ceguera, invalidez y muerte, a la figura humana y divina de un Dios hecho hombre y un hombre ascendido a Dios, con la intención de recordarnos que nuestra auténtica misión es volver conscientes al Paraíso Perdido a través de la senda del Amor.      

 

Por todo ello no sólo quiero, sino que necesito, dar las gracias:

 

¡Gracias a Ronit!, nuestra guía, que además de su profesionalidad, su dominio del castellano, su calidad personal y su memoria histórica, quiso compartir con nosotros su gran conocimiento de las Escrituras y de la vida de Jesús.

 

¡Gracias Padre Primo!. ¡Gracias Ismael!, ¡Gracias Compañeros de Viaje!…. ¡Gracias a todos y todas! por haberme dado la oportunidad de peregrinar a Tierra Santa desde la ESPIRITUALIDAD Y EL COMPAÑERISMO.

 

Gracias por haber compartido conmigo un viaje retrospectivo a la Palestina del Siglo I pero sobre todo por haber viajado juntos hacia el entendimiento del Mandamiento Universal y Eterno de Jesús: EL AMOR FRATERNAL.

 

Y ahora que se está preparando una Segunda Peregrinación, desde estas líneas,  me gustaría animar a todos los indecisos a sumaros a esta maravillosa aventura, que garantizo te llevará externamente a un marco histórico incomparable e internamente te acercará sin duda alguna, más y más a Dios.