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VIAJE A MADRID





Por fin llego el día 26 y organizada por la Encomienda Territorial, un grupo de la Real Orden nos desplazamos a Madrid para ver el espectáculo de “El Rey León” y pasar el fin de semana.

        En la estación Joaquín Sorolla de Valencia y con gran puntualidad nos reunimos para comenzar el viaje.

        Aprovechamos para repartir los billetes y presentar a los familiares que quisieron compartir con nosotros ese fin de semana.

        El viaje se nos hizo muy corto, sin que nos diéramos cuenta, entre conversación y algún café llegamos a nuestro destino, es una delicia viajar en el AVE.

        Al llegar nos desplazamos al Hotel Palacio de San Martín, ubicado en la Plaza del mismo nombre y muy cerca de la Puerta del Sol, Plaza Mayor y la Plaza del Callao.

        A pesar de que para coger el autobús contratado tuvimos que recorrer casi toda la estación de Atocha, llegamos al hotel con tiempo suficiente para tomar un refrigerio antes de que nos dieran las habitaciones.

        Como he comentado la puntualidad y la amabilidad fueron los rasgos más importantes de este viaje, todos los componentes del grupo me ayudaron y colaboraron en todo momento para que el viaje fuera un éxito.

        Y así sin casi darnos cuenta, bueno… con alguna cuesta que otra, ya estábamos en el primer restaurante escogido para comer… “La Bola”.

        De este restaurante podemos decir que sirven el cocido a la antigua usanza, es decir de “Perol” y salvo la experiencia de ver como te lo sirven y de ser un buen cocido, quizás la temperatura no invitaba demasiado a una comida tan fuerte…. No obstante el grupo cumplió con el cocido. Hubo un fallo y fue en el brebaje, pues lo tuvimos que cambiar por ser, seguramente, de la barrica famosa de tiempos de Lope de Vega o de Calderón de la Barca que más que Madre debería tener Abuela.

        Contentos pues podíamos quemar calorías llegamos al Hotel y aún tuvimos tiempo de descansar y asearnos antes de acudir a ver el “Rey León”.

        Del espectáculo “El Rey León “todos salimos encantados y alguna abuela que nos acompañaba ya pensaba en repetir el mismo con sus nietos.

        Deciros que nos pareció magnífico. La puesta en escena era impresionante. Las canciones eran una mezcla de las canciones típicas de la película junto a otras de origen tribal Africano. El vestuario y la caracterización de los personajes estaba basado, según el libreto, en las tribus africanas incluidos los famosos Masai.

        En algunos momentos nos llegaron a emocionar. Desde estas líneas os animo a que lo veáis.

        El espectáculo dura casi tres horas y al acabar acudimos de nuevo al hotel a tiempo de cenar.

        La cena del hotel también gustó a pesar de que arrastrábamos aún parte de “La Bola”, así que algunos fuimos a dar una vuelta por Madrid mientras otros se fueron a descansar.

        El domingo por la mañana era libre hasta la hora de comer, pero todos fuimos a visitar el Monasterio de las Descalzas Reales ya que se encontraba muy cerca del hotel y la verdad que mereció la pena.

        Perteneciente a Patrimonio Nacional, el Monasterio ofrece una colección de cuadros de los mejores pintores de los siglos XV y XVI, destacando un Tiziano en el que los personajes parecen que se salgan del cuadro. También destacar los tapices pintados por Rubens así como varios cuadros del mismo autor. También hay una extensa colección de esculturas pertenecientes a la imaginería Castellana y Andaluza. Nos emociono encontrar un cuadro antiguo de la Virgen de los Desamparados así como una Virgen de El Puig hecha en madera de Boj y donada por las primeras monjas del monasterio que procedían de las Clarisas de Gandía.

        Posteriormente asistimos a misa de doce en la Iglesia del Monasterio donde aún hay once monjas de clausura que cantaron durante la celebración de la Eucaristía.

        Antes de irnos a comer dimos una vuelta por la Plaza Mayor y sus puestos de los domingos para los amantes de la numismática y la filatelia.    

        También visitamos el Mercado de San Miguel, lugar de encuentro para degustación de excelentes tapas acompañadas de buenos vinos.

       De allí nos marchamos a comer al restaurante “El Senador” donde después de una picada, nos sirvieron platos típicos de la cocina castellana (cochinillo, lechazo, incluso ternasco al que lo solicitó) también se pudo elegir Rodaballo. Todos quedamos contentos por la cocina y por el trato. Salió el cocinero a preguntar nuestro parecer y fue agasajado con un aplauso de todos, prueba visible y sonora de nuestra aprobación. Particularmente es un restaurante que recomiendo.

        Finalmente regresamos a Valencia un poco cansados pero felices.

        Desde estas líneas quiero agradecer a todo el grupo especialmente a Pedrito el hijo de Pedro Ballester y Nuria, que como siempre se portó como un “chicarrón del norte” y me ayudó con todo el grupo, siendo mi compañero de tertulia durante las comidas. También a los que sufrieron la holografía de Madrid pues en algunos tramos el esfuerzo fue importante. Pido perdón por los fallos que pudieron surgir y que fueron correspondidos como siempre con vuestra paciencia y cariño. ¡Así se puede ir a donde vosotros queráis!

Un fuerte abrazo a todos de vuestros hermanos.

MANOLO Y MARIBEL.