Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig

EN MEMORIA DEL P. FELIX RAMAJO

(por Ismael Giménez, Gran Canciller de la Real Orden)

                     La perseverancia de los sucesores de la Militar y Caballeresca Orden de Santa María de la Merced, que cuando el Papa Juán XXII, allá por el año 1.317, la convirtió en la clerical Orden de la Merced, no quisieron integrarse en otras ordenes militares, dio origen a los llamados Caballeros de Santa María de El Puig, que aunque ya no constituía una Orden Militar y de Caballería por haber quedado en suspenso como tal, su actuar venía siendo reconocido y valorado muy positivamente, tanto por el pueblo llano como por las más altas dignidades, que favorecieron a la institución con dones y privilegios. Así, hay constancia de que

 

-       D. fernando de Antequera, en el año 1.414, favorece la institución con nuevos privilegios.

 

-       Fernando V amplía estos dones en el año 1.469.

 

-       Los Reyes Católicos, en carta de 20 de noviembre de 1.500, estructuran de modo definitivo la Real Hermandad de Caballeros y confirman su Real Patronazgo.

 

-       El 25 de agosto de 1.564 pasa el patronazgo a los Duques de Segorbe.

 

-       Felipe II completa estos privilegios con otros nuevos, según consta en el Codicilo de San Lorenzo, de 23 de diciembre de 1.573.

 

-       El Papa Paulo V concede indulgencias a los Cofrades o Caballeros de El Puig, según Bula de 11 de Junio de 1.611.

 

                        Y ya en nuestra más reciente historia, ha tenido repercusión de la forma siguiente:

 

-       En el año 1.943, el Excmo y Rvdmo. Arzobispo de Valencia, D. Prudencio Melo y Alcalde, devolvía vida oficial a la que se conocía como Real Hermandad de Caballeros de Santa María de El Puig.

 

-       En el mismo año 1.943, SS. AA. RR. D. Juán y Dña. Mercedes, concedían a la Institución el uso de sus Armas Reales y Dinásticas y aceptaban los nombramientos de Caballero y Dama.

 

-       El 15 de Septiembre de 1.953, el Excmo y Rvdmo. Arzobispo de Valencia, D. Marcelino Olaechea y Loizaga, procedía a la “recreación” de la Orden, bajo el título de Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig, con objetivos precisos, entre los que destacaba el de “mantener la devoción a la Patrona del Antiguo Reino de Valencia y ayudar a los indigentes del mismo”. Sus Estatutos fueron aprobados y bendecidos por Su Santidad el Papa Pío XII.

 

-       En el año 1.980, el Excmo. y Rvdo. Arzobispo de Valencia, D. Miguel Roca Cabanellas, potencia la actividad de la Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig, con las inscripciones legales en el Ministerio de Justicia y apoyando la creación de una Universidad de Estudios Mediterráneos y de un Centro de Estudios Penitenciarios, bajo su patronazgo.

 

-       El día 28 de Octubre de 1.981, SS. MM. D. Juán Carlos I y Dña. Sofía, como Reyes de España, aceptaban y asumían respectivamente los títulos de Gran Maestre y Primera Dama de la Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig, viniendo, de algún modo a cerrar el paréntesis y repitiéndose lo acaecido en el año 1.218. Esto es, instituyéndose la Orden canónicamente por un prelado, Arzobispo, y nombrándose, invistiéndose y cruzándose sus miembros caballerescamente por un Rey.

 

                        Todos estos pasos que han determinado la “refundación” de la Real Orden tuvieron un impulsor, responsable a todas luces de la existencia y funcionamiento actual de la Institución. El Rvdo. P. Felix Ramajo Aliste, sacerdote mercedario, nacido en una pequeña localidad de Zamora, que tras completar su carrera eclesiástica en distintos monasterios de la Orden, recala en el año 1.949, en el Real Monasterio de Santa María de El Puig. Su agudeza mental y su enorme capacidad de trabajo le hacen concienciarse inmediatamente de la importancia de tan vetusto edificio y del lamentable estado en que se encuentra y se propone su restauración. Es trasladado a Barcelona, donde completa su Licenciatura en Historia y en el año 1.957 se le nombra Superior y Párroco de la Comunidad Mercedaria de la ciudad de Valencia. Desarrolla una intensa actividad pastoral y además se hace cargo del acondicionamiento del Convento. En el año 1.963 se le nombra Superior y Párroco del Monasterio de El Puig y de inmediato acomete la gigantesca obra que tenía en mente: la Restauración del Monasterio de El Puig, lugar emblemático por excelencia y cuna del Reino de Valencia.

 

                        Para llevar a cabo tan importante obra, crea, en los aledaños del Monasterio, talleres de forja, de madera y de artesanía, constituidos como cooperativas de artesanos e incluso como talleres protegidos de trabajadores minusválidos. Y para hacer frente a tan extraordinaria inversión, mueve y sensibiliza a toda la sociedad valenciana, creando la “Asociación de Amigos de El Puig”, el “Patronato de Santa María de El Puig” y finalmente revitaliza la adormecida Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig, de la que fue Consiliario Honorario Vitalicio, hasta su fallecimiento en el año 2.001.

 

                   Los que tuvimos la suerte de conocerlo y convivir con él, quedamos prendados de su sus extraordinarias cualidades naturales: sencillez, inteligencia, cordialidad, humanidad y sobre todo una enorme capacidad de trabajo para los demás.

 

                        Es importante que todos los miembros de la Real Orden conozcan, por lo menos un poco de la vida de ese gran hombre, inquieto y trabajador, que donde estuvo dejo huella, gran sacerdote que fue el “responsable” de nuestra existencia: El P. Felix Ramajo. Por eso, a continuación adjunto una pequeña biografía y seguidamente transcribo la alocución que dirigió a sus amigos el día que celebró sus Bodas de Oro Sacerdotales (1.999), en el que se plasma su carácter inquieto y emprendedor y su extraordinaria personalidad.

 

 

BIOGRAFIA DEL P. FELIX RAMAJO ALISTE

 

                        Nace el 4 de Febrero de 1.926 en la pequeña localidad de Tola, perteneciente al apartido judicial de Alcañices, provincia de Zamora. Sus padres Santiago y Melchora son humildes pero de profundas convicciones religiosas.

 

                        A los 13 años cursa el primer año de latín en el Monasterio de la Vid (Burgos), regentado por los P.P. Agustinos. Pero el religioso mercedario P. Jesús Lorenzo, de un pueblo colindante con el del pequeño Felix, le cautivó y lo conquistó para que ingresara en el Convento del Olivar, en Estercuel (Teruel), al que llegó el 11 de octubre del año 1.940.

 

                        El 8 de Septiembre de 1.942, recibió el Santo Hábito Mercedario en este mismo Monasterio del Olivar. Hizo su primera Profesión el día 24 de septiembre de 1.943, festividad de la Virgen de la Merced y emitió la Profesión Solemne justo tres años después, el 24 de septiembre de 1.946. En este mismo Monasterio cursó sus estudios de Humanidades, Filosofía y Teología, hasta completar la carrera eclesiástica.

 

                        Recibió las Ordenes Sagradas del Diaconado en Zaragoza, el 19 de diciembre de 1.948 y el 24 de Abril del siguiente año (1.949), fue ordenado Sacerdote en Teruel, por el Obispo Monseñor León Villuendas Polo.

 

                        En el mismo año 1.949 es destinado, como conventual, al Real Monasterio de Santa María de El Puig, que se acababa de convertir en Casa Estudiantado para la Provincia Mercedaria de Aragón y a donde llegaron los seminaristas mercedarios procedentes de El Olivar. Ya entonces empezó los primeros trabajos en tan vetusto Monasterio, para el acondicionamiento de las estancias más necesarias.

 

                        En el año 1.952 es trasladado a Barcelona y allí ejercerá de Secretario Provincial, aprovechando para cursar la carrera universitaria de Licenciado en Historia (años 1.953 a 1.957). En el año 1.957 es nombrado Superior y Párroco de la Comunidad Mercedaria de la ciudad de Valencia, donde desarrolla una intensa labor de predicación, cursillos de Cristiandad, Grupos de Matrimonios, etc. Su espíritu emprendedor aflora de nuevo y comienza la reestructuración de la Casa de Valencia, dedicando estos años a acondicionar el Convento, hasta que en el alo 1.963 se le nombra Superior y Párroco del Monasterio de El Puig, permaneciendo en este cargo hasta el año 1.979.

 

                        Concienciado desde su estancia anterior en el Monasterio, de la urgente necesidad de su restauración, inicia la gran obra arquitectónica que supuso esta importante tarea. En los años 1.976 a 1.982 se le nombra Procurador de las Obras de la Provincia Mercedaria de Aragón, Consejero General, Administrador General y finalmente se le destina a Roma como Vicario General, ocupando este cargo desde 1.986 hasta 1.992. Posteriormente, ya de nuevo en Valencia, se le designa como Vicepostulador para las Causas de Canonización de la Provincia de Aragón, hasta su muerte, consecuencia de un lamentable accidente, en el año 2.001.

 

                        El P. Felix Ramajo, hombre de letras, dejó publicadas obras mayores y varios artículos. “Pedro Nolasco, el Mercedario, Mercader y Redentor”, “Vida y Obra del P. Juán Gilabert Jofré”, ….

 

                        Impulsor de grandes obras, llega a Valencia en el año 1.957, colabora con la gente del barrio en las tares de limpieza de los restos de la tristemente célebre “Riada del 57” y reforma toda la Casa de Valencia, culminando con un retablo en madera para la Virgen de Santa María de El Puig, titular de la Parroquia.

 

                        Pero su obra cumbre, que le llevó varios años de intenso trabajo y gran dedicación fue la restauración del Monasterio de Santa maría de El Puig, promoviendo para tal cometido, talleres de forja, madera y artesanía al pié del mismo Monasterio.

 

                        Con la finalidad de conseguir de la mejor forma posible tal restauración material y moral, promovió varias instituciones de gran calado en la sociedad valenciana, tales como la “Asociación de Amigos de El Puig”, “Patronato de Santa María de El Puig” y revitalizó la “Real Orden de Caballeros de Santa María de El Puig”. A todas estas instituciones las dotó de sus respectivos estatutos y correspondientes aprobaciones eclesiásticas y civiles. Es de destacar la ceeación de la “Cooperativa de artesanía Enesa” y el taller protegido de trabajadores minusválidos, para las obras de restauración.

 

                        El Ayuntamiento de Valencia le concede el título de “Ciudadano de Honor de Valencia” y la Excma. Diputación de Valencia, en reconocimiento de su ingente obra, a favor de todas los valencianos y de su amor por estas tierras valencianas, acordó, en sesión extraordinaria celebrada el 25 de marzo de 1.977, nombrar al P. Felix Ramajo Aliste “Hijo Adoptivo de la Provincia de Valencia”.

 

           

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ALOCUCION DEL P. FELIX RAMAJO CON MOTIVO DE LA CELEBRACION DE SUS BODAS DE ORO SACERDOTALES

 

                        La celebración de las Bodas de Oro Sacerdotales marca un hito en la vida de una persona y constituye una hermosa ocasión para agradecer a Dios los favores recibidos, que son muchos y al mismo tiempo rogar al Señor y a los amigos disculpa por los defectos y deficiencias en la vida y actuación, que también serán innumerables.

 

                        Veamos, en rápida ojeada, esta actuación de los 50 años:

 

                        Las fechas históricas en el devenir de los pueblos y personas son como hitos o jalones que señalan etapas en su formación y personalidad. Valencia y los valencianos tienen su carta de nacimiento en El Puig: años 1.236, que se registra solemnemente en Valencia la Bella en 1.238.

 

                        El Cid Campeador (Crónica General), en el primer discurso a los valencianos, dice: ….”Yo so home que nunca ove reinad, nin home de mi linaje non lo uvo. E el día que vi esta Villa págueme mucho de ella e codíciela e rogué a dios nuestro Señor que me la diese. E ved cual es el poder de Dios, que el día que yo posé sobre Juballa (Juballa, Enesa, Puig de Cebolla, significan “Altura”)non avie mas de tres panes; e fízome Dios merced que gané a Valencia e so apoderado de ella”…….

 

                        Jaime I, cuando en 1.237 recibe en Zaragoza la triste noticia de la muerte de su tío Guillen de Entenza, Alcalde de El Puig, no se le oculta el peligro que corre toda su empresa conquistadora y al ponerse precipitadamente en camino, comenta en su “Libre del Feyts i Devenguts”….. “si hom no manté aquest lloc, Valencia es perduda”…..

 

                        Sarthou Carreres, en su Geografía de Valencia, escribe: “El Monasterio de El Puig es una gloria para el Reino de Valencia; el mejor florón de su corona…… donde el arte antiguo y la piedad medieval, en sublime maridaje, labraron el grandioso relicario, guardador de la Virgen de El Puig, descubierta junto al Castillo de Enesa por Jaime I y Pedro Nolasco …….. Toda la grandiosa epopeya de nuestra Reconquista, está evocada por estas ennegrecidas paredes del viejo Monasterio, que los vecinos de El Puig y Valencia entera, debieron conservar, porque Monumento histórico era y sin duda alguna, el más grande que tenía Valencia…..”

 

                        Esta trilogía es un grito de historia adobada con leyendas; un hito de amores escondido en viejos torreones con Saetías abiertas a los cuatro vientos; una dádiva de nuestra Madre de el Cielo, que en su trono parece recibir las confidencias de su Hijo, al encaramarse sobre su regazo. Viejos claustros de este gran Cenobio. Monumento Histórico Artístico Nacional, donde aún parecen escucharse las consejas de los siglos y esconderse las más dormidas y ocultas ilusiones.

 

                        En 1.940 partía yo desde Tola de Aliste, pueblecito de Zamora, con el pequeño bagaje de la ilusión y la osadía del Licenciado Vidriera, según cuentan, cuando al ser preguntado contesta resuelto: “no diré el nombre, ni el de mis padres, ni el de mi pueblo, hasta que con el mío pueda hacerlos a todos famosos”…..

 

                        En Septiembre de 1.949, terminaba la carrera eclesiástica y ordenado de sacerdote, me destinan, por primera vez, al Real Monasterio de Santa María de El Puig: era el primer religioso joven que llegaba y aún perduran en m i mente las tristes estampas de habitaciones semiderruidas, claustros pintarrajeados y muros renegridos, pues terminaba de ser cárcel y reformatorio de mujeres, habiendo pasado por ser prisión de hombres; fábrica de sedas; almacén de cebollas y hasta vivienda de gitanos y transeúntes. ¡Daba pena, ante tanto desgarro, lo que debió ser flamante Cuna de Valencia! En los tres años de estancia, ayudado por los Padres Juán Parra (Superior y Párroco) y Miguel Marzo, rehicimos las dos ramas de Acción Católica, quedando yo encargado, desde el primer momento, de toda la juventud.

 

                        Aspirantes, Juniors y Jóvenes, así mismo rehicimos las Cofradías y Asociaciones de Derecho Canónico. Durante este periodo de dos años, yo empecé a ayudar a los Párrocos de los alrededores en Confesiones y demás actos que juzgaban necesario.

 

                        En 1.952, pasé a cursar estudios en la Universidad de Barcelona y tras cinco años de intensa labor y con un flamante y recién estrenado título de Licenciado en Filosofía y Letras, Sección de Historia, regreso, en Septiembre de 1.957, como Superior a Valencia: justito tres días antes de la riada que asolara su hermosa geografía: ¡difícilmente se encontrará otro título y otra toma de posesión más pasada por agua!

 

                        Son seis años de Superior y Párroco dedicados íntegramente a Valencia: refugiados de la riada (los 200 primeros del Barrio del Carmen); Cursillos de Cristiandad; Apostolado Familiar Cristiano (entre vosotros están los pioneros de ambos); obras en la Iglesia; Hogar Parroquial; fiestas populares en la barriada, etc. etc.

 

                        Los 200 refugiados del Barrio del Carmen, como ya indicamos, aprendieron entre nosotros el espíritu de convivencia y dedicación (a los más necesitados, si cabe), espíritu que aún perdura y que recuerdan con ilusión cuando en ocasiones nos cruzamos en la calle: Cursillos de Cristiandad: atendí a 10 ó 12 como Director Espiritual. En el Apostolado Familiar Cristiano formamos siete grupos de matrimonios en convivencia con los Equipos de Nuestra Señora. Las obras comenzaron apuntalando la Iglesia, que comenzaba a cuartearse por la eliminación de contrafuertes de su parte izquierda. Obras que en principio destinábamos a escuelas y que terminaron convirtiéndose en hogar parroquial; hoy usufructuado por Escuelas PAX. Las fiestas populares de la barriada, que hacíamos en la antigua “Terraza Rosales”, eran destinadas a acercarnos al pueblo y recaudar fondos para las obras ya apuntadas.

 

                        Durante los seis años transcurridos, prediqué en casi todos los pueblos de los alrededores de Valencia, desde Villavieja en Castellón hasta Alcoy en Alicante, pasando por Gandía, Játiva, Alfaz del Pí, Onteniente, etc. etc. Una labor callada y silenciosa, como es la del confesionario, ejercida principalmente en los pueblos en que era necesario, especialmente durante “los siete domingos de san José”, Cuaresma, etc.

 

                        “Un Zamorano en Valencia”, decía pocos días después nuestra prensa: ¿Existe una antigua relación? ¡Veamos!

 

-       Jaime I, el gran Rey Valenciano, está íntimamente unido a su primo Fernando III el Santo, que nació precisamente en Zamora.

 

-       En Zamora existe el “Palacio de los Valencianos” y la Catedral debe a los valencianos su mejor reliquia: “El Cristo de las Injurias”, obra de Gaspar Becerra, según anotaciones de Palomino, pintor de bóveda de la Basílica de los Desamparados.

 

-       La imagen de María, que venera toda Zamora: “Nuestra Señora del Tránsito”, llega desde Gandía, portada por Sor Ana de la Cruz de Borja, nieta de San Francisco de Borja, aunque luego se revista de sobrenaturalismo y de leyenda.

 

-       Zamorano era Diego Meléndez Valdés, Maestro de Palacio del valenciano Alejandro VI, patrocinador de la famosa rejería de la Catedral.

 

-       San Vicente Ferrer, otro valenciano, Fray Juán Gilabert Jofré, estuvieron predicando en Zamora y a ellos se atribuye la fundación de la “Cofradía de la Penitencia”, de la famosa Semana Santa Zamorana. En la Parroquia del valenciano San Vicente Mártir está el púlpito desde el que predicaba el “Pare Viçent”.

 

-       Mariano Benlliure vive tiempo en Zamora: de su juventud es el Paso “El Descendido” y de su edad madura el Paso “De la Redención”. Benlliure es alma de la Semana Santa Zamorana y regalaría los bocetos de sus Pasos al Museo Provincial de Zamora.

 

-       Coetáneos de “Las Germanías” fueron las “Comunidades de Castilla” y sobresale un Obispo de Zamora, de armas tomar, D. Antonio de Acuña, que sería ajusticiado en Simancas por Carlos V.

 

-       Arzobispo de Valencia fue un zamorano de Malacillos, D. Andrés Mayoral (su calle está aquí, al lado del Ayuntamiento). Zamora le debe sus tres mejores torres y Valencia su seminario y un lanzamiento de toda su fuerza comercial y cultura, aunque hoy, posiblemente, estuviera mal visto por su talante castellanizante.

 

-       Obispo de Zamora fue, hasta hace muy poco, un valenciano, D. Eduardo Poveda.

 

                        Desde 1.986 hasta 1.992, mi destino en la Curia General Mercedaria en Roma, en donde ocupo los cargos de Vicario General, Administrador General, Superior de la Casa y Representante Legal ante los Organismos Oficiales. Mi labor aquí se reduce, casi toda, al orden interno, sin que fuera obstáculo completar algunas obras y reestructuraciones que estaban sin realizar.

 

                        En 1.963 fui nombrado Comendador y Párroco del Real Monasterio de Santa María de El Puig y Rector del Seminario Mercedario, título y cargo que ostentaría durante quince años. Retorno, así, a la vieja “Casa Pairal” al “Gran Llar” de todos los valencianos…..

¡ Cómo estaba desvencijada; batida por todos los vientos; muros agrietados; techumbres hundidas,….! La razón de seguir todavía en pié el Gran Monumento de Valencia, al decir del insigne amigo e ingeniero D. Vicente Muñoz Pomer, sólo tenía dos opciones: Providencia de Dios o Ley de Inercia.

 

                        En Mayo de 1.964 se iniciaron las obras y a partir de esa fecha, la idea obsesiva será la restauración y consolidación de lo que fuera “Cap y Casal” del Antiguo Reino de Valencia, para devolverle su primitiva grandeza.

 

                        La lucha es total y en todos los frentes. Colabora, en el inicio de la labor restauradora, el Alcalde Rincón de Arellano, que culmina más tarde el Alcalde Ramón Izquierdo, con la entrega del título de “Ciudadano de Honor de Valencia”.

 

                        El Presidente de la Diputación, D. Ignacio Carrau, me concedía también, el 27 de Mayo de 1.977, el título de “Hijo Adoptivo de la Provincia de Valencia”. Pero el título, amigos, con entera honradez, aunque se conceda a mi nombre, se debe en realidad a “La Comunidad Mercedaria del Real Monasterio”, a unos artesanos, a unos hombres: un puñado de amigos (perdón por callar vuestro nombre, sería interminable), que callada y silenciosamente, a golpe de corazón un día y de audacia y voluntad otro, logramos, entre todos, hacer renacer de entre escombros, el símbolo y la esencia de la Historia de Valencia: el Real Monasterio, Monasterio de El Puig.

 

                        En el orden, podríamos decir político y a escala provincial, se inician las gestiones, a través del Gobernador D. Antonio Rueda y Sánchez Malo, reticente al principio por la política de entonces, pero que acabó volcándose y lanzando a toda Valencia un apremiante llamamiento mediante el primer Congreso de Alcaldes, celebrado en el Monasterio. Después y con socarrona sonrisa, repetía que la obra restauradora era un auténtico alarde de locura. D. Mariano Nicolás inicia la preparación del antiguo hospedaje de S.S.M.M. los Reyes de España y el también Gobernador D. Manuel Pérez Olea continúa esta labor.

 

                        Al entrar en el seno de la valencianía por esta puerta grande que me abre la ciudad entera, a través de nuestro Alcalde y Corporación Municipal, vuelvo a reconocer que, era labor callada y silenciosa, fue quien obró el milagro: Restaurar el Monasterio en su actual y esplendorosa forma; movilizar sin algaradas callejeras y sin violencias, ese amor a una tierra; despertar la conciencia adormecida del valenciano; afianzar el amor a los fundamentos de nuestra personalidad.

 

                        Durante este largo recorrido en el tiempo y en el espacio, ha habido que echar mano de todo: serenidad; sencillez; cordialidad; superar ingratitudes; ignorar desprecios y sorber lágrimas; olvidar incomprensiones; recuperar fuerzas para empezar cada día y laborar sin descanso, en pro de unos amores: La Santísima Virgen María, su Monasterio, Valencia y los valencianos.

 

                        Queda atrás un largo etcétera; un complicado rompecabezas en el que se barajan autoridades, ministros, directores generales, príncipes, S.S. M.M. los Reyes, más tarde.

 

                        Capitanía General, Consell y las diversas Delegaciones Provinciales de los Ministerios, ¡ qué lo diga Obras Públicas!, me han visto en sus antesalas una y otra vez, en paciente espera y con un solo símbolo e ideal: ¡ Restauración del Monumento-Monasterio de Valencia! Con ellos he viajado a Alicante y a Castellón, en desesperado intento de fundir realizaciones; de hermanar trabajos y de aunar esfuerzos, en pro de la consolidación de esa misma personalización; unir gentes y fundir ideales: Centro de todo: “El Cap y Casal de El Puig”. Se logra, al final, un punto de arranque de lo que será el “Hostal del Reino”, situado en los bajos del Monasterio.

 

                        Empresas constructoras como Cleop, Muñoz Pomer, Querol, Cabo Montagut, etc., fueron dejando la impronta de su labor en este gigante de piedra. Arquitectos como Albert, Segura de Lago, Riera y sobre todos D. Román Jiménez Iranzo, le dedicaron y dedican horas de paciente estudio y callada labor de ponderación. En medio de un cúmulo de dificultades de sombra, ¡trágica sombra!, de una deficitaria economía y solamente la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Valencia se volcó en esta titánica empresa: Giménez del Río, Alamar, Viñals, son nombres que aquí hacen historia.

 

                        Las obras continuaron hasta la recta final en cuanto a restauración y consolidación se refiere. Cabría cerrar esta labor con el cambio de maderamen comido por los termes; los claustros desmontados en su totalidad y por idéntica razón, repicado y rejuntado de todas las fachadas interiores y exteriores; reposición de ventanales; rejas, balcones, saetías, etc.; descubrimiento y arreglo del curioso gótico de la Iglesia , tras la limpieza de la gruesa capa de feo neoclásico que lo ocultaba; reposición de piezas de cerámica y limpieza a chorro de arena de todo el bello patio interior, consolidación y arreglo de todo el vetusto campanario (levantado del siglo XII al XVII); montaje de salones reales, etc….

 

                        Un largo y complicado etcétera, como antes dije, y con él, un tremendo amasijo de datos, fechas, cifras, gestiones, alegrías (siempre cortas), sinsabores (prolongados a veces), viajes, trabajos, ilusiones, desesperanzas, …… Aquí quedan muchas noches de insomnio; muchas horas de inacabable antesala; muchas sonrisas forzadas; dolores y quebraderos de cabeza sin cuenta, …..

 

                        Si lo que cuesta vale, para mí, ser “Ciudadano de Honor de Valencia”, tiene un valor incalculable; será un imán irresistible que polarizará ya toda mi vida. Pude quedarme en Barcelona de tranquilo Profesor de Instituto, que luego optaría a Cátedra y con no pequeño bagaje de ilusiones, vine a Valencia y aquí topé con unos amores: Su Virgen y por ende Valencia entera y a esos “grandes amores” consagro cuanto en mí y en mi labor haya de aprovechable (si es que hay algo), acodado en la vieja afirmación de Jaime I: “Si hom no manté aquest lloc, Valencia es perduda”.

 

                        Cincuenta años de sacerdote cumpliré en mis Bodas de Oro Sacerdotales, dedicados, casi íntegramente, a Valencia, sus hombres y su historia. Seguramente podría haber hecho más, pero mirado fríamente, con sinceridad, creo que algo bueno si hemos conseguido.

 

                                                                   P. Felix Ramajo (Mercedario)